Entrevista a Agintzari S. Coop.

El boletín de julio de 2022 nos acerca a una entidad nacida hace más de 45 años en la ciudad de Bilbao y más concretamente en el barrio de Deusto.

Agintzari lleva trabajando durante más de cuatro décadas en favor de las personas desfavorecidas de nuestro territorio. Durante sus años de actividad, la entidad ha vivido diferentes hitos y vicisitudes que, Rosa Lizarraga, presidenta de Agintzari y Ainhoa Solozabal, perteneciente al equipo de Dirección nos han acercado muy amablemente.

¿Nos podéis contar cómo nace Agintzari y cuál ha sido su andadura hasta la fecha?

En 1977, Miguel Ángel Remírez, un joven navarro, religioso de los Hnos. Maristas, viene de Madrid, donde había estudiado Psicología en la universidad. Mientras estuvo allí, participó en una «corriente de interés» denominada Promesa, surgida en 1972 como alternativa al modelo institucional de internalización del joven «inadaptado», frecuentemente delincuente, que no podia vivir con su familia. En torno a 1979-1980, una serie de personas que le conocían a través de la Universidad de Deusto, se constituyen como colectivo. Este colectivo en Bizkaia, no se llamaba ya Promesa, sino Agintzari, que en euskera significa promesa, aunque hoy en día no es una palabra demasiado conocida ni utilizada entre la comunidad euskaldun. El colectivo, además de crear hogares funcionales, trabajó en favor de los niños, las niñas y jóvenes “inadaptados socialmente” como se decía en esa época. Habitualmente, estos jóvenes tenían problemas de delincuencia, y una conducta problemática. Agintzari defendía que la propia sociedad los había creado, y que la solución pasaba por la búsqueda de alternativas educativas, y no por rebajar la edad penal.

Durante el año 1991 hay un proceso de reflexión a partir del cual se decide dotar a la asociación de un carácter más profesional y se crea Agintzari Cooperativa Social, la forma legal que más se ajustaba a lo que nosotras representábamos y hacíamos.

En aquel entonces los y las trabajadoras de AGINTZARI pensábamos en lo bonito que sería poder desarrollar una carrera profesional en la entidad y porque no, poder jubilarse en AGINTZARI. Este año se jubila la tercera persona y tenemos ocho equipos que han cumplido 25 años desarrollando su labor en la entidad. Se puede decir que ese sueño que parecía una utopía, pues se ha cumplido, lo hemos alcanzado.

En el año 1997 vivimos el boom de los planes de Intervención Socia Educativa. La Diputación Foral de Bizkaia apuesta por una intervención de calidad, profesional y unida a la comunidad y a la calle y se crea un decreto en el que se centra en la prevención. Desde esa visión deciden apoyar, subvencionando con un 70%, todos los servicios y es aquí donde se produce un crecimiento exponencial. Comienzan a salir a concurso muchos servicios. Empezamos a ganar concursos y a crecer, pasando de 20 trabajadoras/es en 1991 a casi 80 en el año 2000.

En el año 2000 AGINTZARI vive otro hito de su historia, convirtiéndose en Cooperativa de Iniciativa Social y de utilidad pública, tras ser reconocida esta tipología por el Gobierno Vasco. Una modalidad de cooperativa común en Italia pero que no era conocida aquí.

En el 2005 vivimos otro proceso de reflexión y decidimos que no vamos a crecer más, que vamos a dedicarnos a mirarnos un poco hacia dentro, conocernos mejor. Teníamos claro que no podíamos crecer sin conocimiento, primero teníamos que ser conscientes de quienes éramos, dónde estábamos y hacia dónde y de qué manera queríamos ir.

Los siguientes años vienen marcados por la crisis. Un momento duro en el que vemos como muchas entidades tienen que cerrar y dejar de prestar servicios ante la falta de financiación. En el 2008 nace la Ley Vasca de Servicios Sociales y muchas entidades, de nuevo, vuelven a quedarse fuera. Sin embargo, AGINTZARI sale, en cierto modo, fortalecida ya que la mayoría de los servicios que desarrollaba la entidad eran servicios de cartera que no se podían tocar.

En este periodo también se comienza a evidenciar la necesidad del trabajo en red, de crear alianzas y sinergias con otras entidades del Tercer Sector. En definitiva, de blindar el sector, protegerlo ante el creciente interés que muestran empresas de otros sectores más orientadas al mercado y los beneficios

En el 2010 y con el objetivo de fortalecer la entidad lanzamos un proceso que denominamos “Zuhaitz” y que anima a la participación de todos los equipos y personas que conforman la Cooperativa.

Entre los años 2012 y 2014 hay una gran cantidad de procesos consultivos, participativos y reflexiones estratégicas. Volvemos a plantearnos a nosotras mismas y también qué queremos hacer y dónde estamos, mirar también el entorno. Participamos en numerosos procesos de creación. En 2012, por ejemplo, se inicia un proyecto de inter-cooperación con un grupo de personas trabajadoras del Centro de Acogida de menores de Uba con las que se comparten una serie de valores y esa visión de desarrollo comunitario basado en una economía social y solidaria. Fruto de esta cooperación nace en 2014 ZABALDUZ KOOPERATIBA ELKARTEA que trabaja con jóvenes en situación de desprotección y exclusión social.

Durante el 2018 se constituye una Cooperativa de segundo grado, “BOGAN” y una de primer grado “HIRUBE” que junto a AGINTZARI y ZABALDUZ comienzan a funcionar de manera colaborativa como Grupo.

¿Y cómo habéis vivido la pandemia y la postpandemia?

Lo cierto es que durante la pandemia los equipos siguieron funcionando y dieron el 100%. Cuando no se podía hacer el trabajo presencialmente, se hacía de manera virtual. En ningún momento se dejó de atender a ninguna persona.

De hecho, durante la pandemia se evidenció el importante trabajo que realiza el Tercer Sector Social. Si lo piensas ahora con un poco la distancia te das cuenta de que si no hubiera sido por el tercer sector habríamos tenido un problema social de primer orden, además de la pandemia.

Durante el año 2021 hemos ido volviendo poco a poco a la normalidad y retomando esos espacios que la pandemia nos obligó a dejar aparcados. En la actualidad, en líneas generales hemos vuelto a recuperar los espacios que la pandemia nos quitó como la presencialidad, el acompañamiento y el contacto directo. También hay otras cosas que han venido para quedarse, como los espacios virtuales y ciertas operativas y esto también es positivo.

¿Cuáles son vuestras principales líneas de trabajo?

En primer lugar, todo lo que tiene que ver con la Intervención Comunitaria. En esta línea gestionamos servicios socieducativos, psicosociales y de consultoría dentro del ámbito de la infancia y familia, personas mayores y nuevas necesidades surgidas en cada comunidad También gestionamos programas de prevención en el entorno escolar y de la familia, así como, proyectos de consultoría y formación dirigidos a profesionales.

El acogimiento y la adopción son otro pilar fundamental dentro del trabajo desarrollado por la entidad. Hablamos de la gestión de programas dirigidos a la protección de la infancia y servicios de atención psicosocial, consultoría y formación a personas y familias, profesionales y a otras entidades con las que colaboramos.

Por último, tenemos la línea de intervención en violencia y conflictos relacionales. En este ámbito gestionamos servicios muy diversos que van desde servicios de atención online y telefónica a servicios socioeducativos en dispositivos de acogida residencial a mujeres víctimas de violencia. Dentro de este apartado también gestionamos servicios especializados de exploración psicológica en situaciones de desprotección y abusos sexual intrafamiliar.

¿Qué retos os planteáis en el corto y medio plazo?

Uno de los principales retos que tenemos por delante es el proceso de reflexión ideológica en el que estamos inmersas y que ha comenzado este año. Se trata de conocer el sentir de las personas que conforman el Grupo sobre hacia dónde queremos dirigirnos, lo que queremos ser. Y es que en estos momentos somos cerca de 900 personas repartidas entre las diferentes Cooperativas. Muchas personas, muchas visiones, muchas ideas sobre las que trabajar y avanzar.

Otro de los retos que nos planteamos es el de seguir creciendo y desarrollándonos, pero muy enfocados al territorio y los servicios a los que desarrollamos.

Por otro lado, tenemos que seguir atentas a las necesidades que surgen en la sociedad, sobre todo en el ámbito de los/as jóvenes desatendidos/as. Prestar especial atención al trabajo con jóvenes que se quedan fuera del recorrido de inclusión. Que de repente se ven en la calle.

Sin olvidarnos del trabajo que realizamos con personas mayores en soledad forzosa, una realidad que está creciendo y cada día demanda más recursos y soluciones.

Por último, nos parece importante el hacer red y frente contra las entidades mercantiles que quieren entrar en el sector para hacer negocio a base de tirar por el suelo los precios. Esto también pasa por hacer ver a las administraciones públicas lo que implica para la calidad del servicio y las consecuencias que tiene para las personas usuarias y trabajadoras de ese servicio.

 

¿Cómo valoráis vuestra pertenencia a Gizardatz?

Para nosotras formar parte de una red como Gizardatz es algo estratégico. Somos conscientes de la necesidad de protegernos, del trabajo en red y permanecer unidas.

El tema del convenio autonómico, por ejemplo, nos parece fundamental, algo de vital importancia. Pensamos que sería bueno para las entidades a todos los niveles. Y desde Gizardatz y las otras redes territoriales podemos hacer incidencia antes las AAPP con el objetivo de dirigirnos hacia un escenario en el que esto sea posible.

Por otro lado, no hay que perder de vista la necesidad de fortalecernos y protegernos ante la intromisión en el sector de empresas de carácter mercantil. El trabajo que se puede llevar a cabo desde Gizardatz con respecto a esta problemática también nos parece relevante.

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