Entrevista a Cáritas Bizkaia

Cáritas Bizkaia es una entidad muy presente en el tejido social de Bizkaia que durante el año 2021 acompañó a más de 13.000 personas a través de 245 proyectos. En Caritas Bizkaia trabajan 131 personas contratadas y casi 2000 personas voluntarias, de las que el 80% son mujeres. Caritas Bizkaia cuenta también con una importante base social de más de 5000 personas socias y colaboradoras.

Para conocer más de cerca a esta entidad, su director, Carlos Bargos ha tenido la cortesía de recibirnos en la sede que Caritas Bizkaia tiene en Erribera Kalea 8 de Bilbao.

¿Nos puedes acercar a la naturaleza y esencia de Cáritas Bizkaia?

Caritas Bizkaia es una organización que depende de la diócesis de Bilbao. Tiene naturaleza propia y junto con otras organizaciones de Cáritas representa una dimensión socio-caritativa dentro del ámbito eclesial. Cualquier persona creyente o vinculada a una comunidad cristiana tiene que expresarse en esta dimensión y debiera dedicar tiempo personal al trabajo con las personas que sufren, con las personas en situación de pobreza.

Organizativamente hablando, Caritas Bizkaia nace en el año 1956. En la actualidad y después de 66 años de trabajo seguimos con la misma intuición y el mismo compromiso representando esa dimensión socio caritativa como elemento nuclear.

Como organización, una de nuestras señas de identidad es el análisis permanentemente de la realidad, de lo que ocurre y no ocurre. La realidad es cambiante y hoy en día no ocurre nada igual que lo que ocurría hace diez años. Están ocurriendo cosas diferentes y las soluciones que tenemos que aportar son también diferentes. No podemos seguir dando las mismas respuestas a situaciones diferentes, más complejas y multifactoriales como las que hoy en día intervienen en el ámbito de la exclusión social.

¿Cuáles son vuestras principales líneas de trabajo?

Desde esta mirada tenemos establecidas dos líneas de actuación. La primera, de acción más específica y centrada en colectivos con muchas dificultades; jóvenes en procesos de emancipación, jóvenes migrantes, personas con adicciones, personas en situación de sinhogarismo y personas con dificultades extremas de empleabilidad. Proyectos vinculados a esta acción específica; comedores sociales, centros de día, centros de noche, pisos compartidos, cooperación internacional…, con programas dirigidos a personas migrantes y refugiadas. Contamos con un equipo jurídico muy especializado en temas de extranjería, sobre todo y también en temas de rentas de garantía.

La segunda línea de actuación se centra en la acción comunitaria y está más vinculada, por un lado, al apoyo a jóvenes y al apoyo socioeducativo a menores. En este ámbito tenemos 25 proyectos vinculados a menores. Y, por otro lado, también desarrollamos proyectos de acompañamiento a personas mayores y diferentes dinámicas que tratan de corregir ese aspecto tan crítico y creciente como es la soledad de las personas mayores.

Dentro de esta segunda línea de actuación también tenemos en activo proyectos de capacitación de competencias, cursos tanto de ámbito lingüístico como ocupacional, y una gran red (85 proyectos) de acogida integral.

Desarrollar este conjunto de proyectos sólo es posible gracias a las más de 2000 personas que desarrollan su voluntariado en Caritas Bizkaia. Tenemos 130 personas contratadas que lo que intentan es dinamizar esa red de voluntariado. Es importante que, sobre todo a nivel “comunidad” la acción la haga el voluntariado.  Se trata que la sociedad civil, a través de Cáritas, tenga un impacto en sus entornos, (barrios, pueblos, …)

¿Y los principales retos a los que os enfrentáis en la era poscovid?

Como he comentado anteriormente, una de nuestras características es la adaptación permanente a las nuevas necesidades. Este jueves presentamos la situación POSCOVID EN EUSKADI. La fundación FOESSA que es una Fundación creada por Cáritas ha hecho, en primer lugar, un estudio a nivel estatal que se presentó hace unos meses, y también un informe ajustado al territorio de Euskadi sobre la exclusión y el desarrollo social en la era poscovid.

El informe FOESSA divide la sociedad en cuatro grandes ejes y trabaja con 37 indicadores, se habla de exclusión severa, exclusión moderada, e integración plena e integración moderada. Estructura toda la sociedad en estos grandes bloques con una mirada al ámbito de la exclusión mucho más allá del ámbito de la pobreza.

Hay gente que tiene dificultades económicas y está en exclusión y gente que no tiene dificultades económicas y también está en exclusión

Una de las características de esta crisis es que se ha visibilizado a muchas personas que estaban vinculadas a un empleo de carácter informal, gente que estaba trabajando en diferentes tipos de servicios o en domicilios, pero sin contrato. En muchos casos, no porque no quisieran, si no porque su situación administrativa no lo permitía.

Las personas que tenían este tipo de empleos, en periodo de confinamiento no sólo se quedaron sin trabajo, si no que se quedaron sin fuentes de ingresos, por lo que de entrada corrían el peligro de perder la vivienda.

Para estas personas, quedarse sin trabajo, implica quedarse sin ningún tipo de recurso económico. No estábamos en una situación de emergencia alimentaria, pero si se ha producido una emergencia habitacional. Incluso personas con recursos económicos no acceden con facilidad a los alquileres o las viviendas. Primero, por la desproporción de los precios y segundo, porque los caseros eligen a quién quieren tener de inquilinos y como tengas la piel un poquito más oscura o un acento raro al hablar, tus opciones se reducen.

Junto a esta brecha hemos detectado otras igual de preocupantes. Una es la de los jóvenes que viven una situación extrema al intentar generar un proyecto de vida propio, pero sin oportunidades de ningún tipo, ni empleos, ni posibilidad de acceder a una vivienda.

Una tercera brecha sería la de las personas mayores que viven un aumento de la soledad y de la sensación de inseguridad y miedo.

Por último, hablaríamos de la brecha digital que ha afectado y afecta tanto en los menores, que no tenían recursos para seguir las clases, como a personas mayores que, en muchos casos, no saben usar esta tecnología.

Estamos viendo los efectos secundarios no sanitarios del covid. Efectos que se van a alargar en el tiempo. Y es que los que sufren siempre son los mismos, el eslabón más débil. Cuesta muy poco tiempo caer en la zona de exclusión, pero es muy difícil salir una vez que se está dentro.

¿Cómo habéis sobrellevado los peores momentos de la pandemia?

Cuando se produjo el confinamiento del 14 de marzo del 2020, hicimos una aportación extraordinaria de medio millón de euros, para ayudas económicas y nos encontramos que las personas a las que les queríamos hacer llegar el dinero no tenían derecho a una cuenta bancaria. Principalmente porque su situación, administrativamente hablando, no estaba en regla y los bancos no arriesgan si eres expulsable. Al final tuvimos que crear una APP de móvil para poder transferir el dinero.

Hemos tenido que adaptarnos a las necesidades de cada momento. Mucha gente sigue pensando que Cáritas reparte alimentos y hace 30 años que no es así. Cáritas proporciona los medios necesarios para que las personas tengan acceso a la alimentación usando unas tarjetas electrónicas para que puedan ir gastando en función de sus necesidades.

Lo mismo sucede con la red de ropa Koopera, los contenderos blancos, nos permiten, no sólo generar un recurso importante en el ámbito de la empleabilidad. Si no que, además, cumple el objetivo de que la persona que necesita ropa, la puede conseguir gratis.  A través de un vale de compra, se va a la tienda de Koopera, se prueba la ropa y si le gusta y le queda bien pues se la lleva.  Esto dignifica el circuito de compra.

Es muy importante lo qué hacemos y es casi más importante cómo lo hacemos.

Los retos de Cáritas en el corto, medio plazo están muy vinculados a los ciclos migratorios. En una sociedad envejecida como la que vivimos no podemos dejar sin oportunidades a las personas migrantes. Intentamos reactivar procesos de regularización para que puedan tener más oportunidades y se les ofrece procesos formativos o de fortalecimiento comunitario para que cuando llegue el momento estén en situación de incorporarse a la vida laboral.

En la pandemia hemos aprendido que la generación de vínculos es muy importante, de que necesitamos a los demás para generar red, esperanza, somos una sociedad frágil y necesitamos sistemas públicos potentes como el de educación, sanidad y también en el ámbito de la intervención social.

Al comienzo de la pandemia hubo un momento de parón en el que los profesionales tiraron del carro, pero luego hubo una ola muy grande de solidaridad. Nosotros participamos en el proyecto Guztion Artean. Estuvimos con un teléfono 24 horas durante casi dos meses, recibiendo llamadas mañana y noche de personas que se ofrecían a echar una mano. Detectábamos también personas que necesitaban ayuda para ir a por la compra, a por medicinas, personas mayores y desvalidas, muchas solas. Lo que hacíamos era encontrar una persona voluntaria en la zona geográfica más cercana para que se pusieran en contacto. Cientos de personas voluntarias ayudando a miles de personas que necesitaban un apoyo.

En estos momentos tenemos una situación completamente normalizada. En el tiempo se han quedado algunos voluntarios por edad, pero también hay nuevas incorporaciones, unas 200 personas al año.

¿Qué supone para Cáritas Bizkaia la participación en Gizardatz?

Cáritas Bizkaia es una de las entidades que promueve Gizardatz porque intuye que el sector social debe tener un nivel de cuidado y de protección en el tema de los convenios.

De hecho, Cáritas Bizkaia siempre ha sido una entidad con corazón de red, estamos en EAPN, Sareen Sarea, estamos en Gizardatz, en la Coordinadora de ONGD de Euskadi, en Harresiak Apurtuz, en Gizatea y participamos en todas estar redes por pura vocación.

Somos unos convencidos de que es mucho más lo que nos une que lo que nos separa. Y en concreto con Gizardatz el concepto de tener un marco normativo que proteja a las personas que trabajan en el sector y que es diferente a otros sectores.

Cuando surgió el nuevo convenio, Cáritas abandonó el convenio que tenía y adopto el convenio del sector.  Ahora mismo, nuestro convenio es el convenio de intervención después de un proceso largo de convergencia.

Para nosotros ha sido vocación y seguimos teniendo un nivel de compromiso muy grande.

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