Entrevista a CEAR-Euskadi

En su sede de la calle Baiona de Bilbao nos han recibido Patricia Bárcena, directora de CEAR-Euskadi y Alberto Cereijo, responsable de la estrategia de Incidencia y Participación Social. Con ellxs hemos charlado sobre la andadura de esta conocida entidad del Tercer Sector y sobre el importante trabajo que realizan en favor de las personas refugiadas que llegan hasta nuestras fronteras escapando de la persecución y de la inseguridad en sus países de origen.

Desde HIREKIN queremos agradecer su predisposición y la oportunidad de conocer más de cerca los proyectos e iniciativas que tiene entre manos y cómo han seguido desarrollando su labor durante un año pandémico.

Este 2021 están de celebración ya que el próximo mes de mayo CEAR-Euskadi cumple 25 años.

¿Podríais contarnos cómo se fundó CEAR-Euskadi, su recorrido a lo largo de estos años y sus principales líneas de trabajo?

CEAR-Euskadi nace jurídicamente como entidad en el año 1996. De hecho, el próximo mes de mayo celebramos nuestro 25 aniversario.

Pero los inicios son muy anteriores ya que contamos con todo un trabajo anterior a lo que hoy en día es CEAR-Euskadi. Es el trabajo que hemos hecho como CEAR (Comisión Española de Ayuda al Refugiado), entidad de carácter estatal que viene trabajando desde 1979.

En el año 1989 CEAR decide contratar a una persona en Euskadi, Javier Galparsoro, un abogado que trabajaba desde su despacho y que es el enlace de CEAR en Euskadi. En 1993 y ante la creciente llegada de solicitudes se empieza a contemplar como necesaria la colaboración de personas voluntarias. Es entonces cuando se decide alquilar una pequeña oficina en la calle José María Olabarri.

La mayor parte de las personas voluntarias eran abogadas o estudiantes de derecho, muy enfocadas a lo jurídico. Informábamos a la gente que se acercaba hasta nuestras oficinas de los pasos legales que tenían que dar, les ayudábamos y asesorábamos jurídicamente. Pero al mismo tiempo, nos dábamos cuenta de que estas personas tenían otras muchas necesidades.

Por aquel entonces, solo existían ayudas puntuales, pero ni llegaban a todas las personas, ni eran suficientes. Por eso, comenzamos a planteamos nuevos proyectos y nuevas ideas. Así, surge la necesidad de cobrar entidad propia y en un momento dado decidimos crear CEAR-Euskadi. Actualmente, somos un equipo de 50 personas contratadas y más de 100 voluntarias.

Compartimos camino con CEAR y defendemos la misma visión, misión y valores. También compartimos muchos espacios. Sin embargo, la gestión y los programas son diferentes. El centro de gestión de CEAR está en Madrid y fundamentalmente trabajan con el programa de acogida que tiene el ministerio. Nosotras trabajamos con programas más pequeñitos, con diversos financiadores y desde lo local.

En los últimos años ante el crecimiento experimentado, se evidencia la necesidad de conseguir más espacio nuevo para los equipos y es cuando abrimos la oficina de la calle Baiona, manteniendo los espacios de los que ya disponíamos.  De esta manera, en esta nueva sede trabaja el equipo que gestiona y trabaja sobre la problemática del asilo, menos la atención psicológica que sigue gestionándose desde la sede de la calle Cristo, junto con los equipos de comunicación, gestión e incidencia. Por otro lado, en la sede de la calle Cortes se ha quedado el equipo de acogida de CEAR.

A lo largo de estos años nos hemos ido enfrentando a diferentes retos. Al principio había que darse a conocer, que la gente entendiera la realidad de las personas refugiadas y como influían e influyen las políticas públicas en la vida de estas personas. Había que abrirse camino, informar, incidir, dar a conocer sus problemas a la sociedad y a las instituciones y apoyarles en su nuevo comienzo.

A grandes rasgos, en CEAR-Euskadi tenemos dos líneas de trabajo, por un lado, la atención y la intervención directa con las personas, y por otro lado, la incidencia y la transformación: el trabajo con los/as políticos para poder influir en las leyes que se están tramitando y afectan a las personas con las que trabajamos y al mismo tiempo, la construcción de una ciudadanía crítica que permita la generación de espacios de convivencia.

En el año 2015 la imagen de Aylan Kurdi, un niño sirio de origen kurdo de tres años que apareció ahogado en una playa de Turquía, dio la vuelta al mundo. En ese momento, hubo una movilización ciudadana bastante fuerte a nivel mundial y comenzaron a surgir movimientos sociales relacionados con el tema del refugio y de los derechos de las personas refugiadas.

Sin embargo, en los últimos tiempos los discursos del miedo y del odio hacia el diferente están ganando fuerza y más aún desde que sufrimos la pandemia. Desactivar estos discursos, que se basan en mentiras nos parece muy importante, para que no calen en la sociedad. En este aspecto, tenemos varias líneas de trabajo como las redes antirrumores que estamos desarrollando junto con la Diputación Foral de Araba en zonas rurales del territorio. También publicamos informes y gestionamos espacios de diálogo con colectivos sociales para que incorporen en sus dinámicas temas de derechos humanos y de las personas refugiadas.

Actualmente ¿en qué proyectos estáis metidxs?

En la actualidad y en el terreno de la Incidencia tenemos dos proyectos importantes:

El primero, “Mugak”, busca la concienciación y la empatía de la ciudadanía a través de la plasmación de un paralelismo entre la frontera vasco-francesa y mexicana-estadounidense con la situación vivida por nuestros abuelos y abuelas obligados/as a emigrar debido a la guerra y al fascismo. En torno a esta iniciativa hemos generado espacios de debate, coloquios y diálogos. Además, estamos en proceso de grabación de un documental que se está grabando en México, Euskadi, España y Francia en el que se plasma la realidad de las personas refugiadas en estos lugares. Esperamos que esté preparado a finales de este 2021.

El segundo es un proyecto que busca visibilizar los desplazamientos por razones ambientales y a todas las personas que se ven obligadas a abandonar sus hogares debido al deterioro del territorio en el que viven, en muchos casos, causado por grandes proyectos como minas, presas, embalses, …

Pero no son las únicas iniciativas que tenemos en marcha. Por ejemplo, hemos presentado un comic que está producido por Susanna Martín y presentado en la escuela de empoderamiento de Vitoria-Gasteiz, en el que se refleja la situación que viven en Centroamérica las mujeres, el colectivo LGTBI y las personas que son perseguidas por el crimen organizado.

Tenemos también un programa muy interesante de protección temporal de “defensoras y defensores de derechos humanos”, impulsado por el Gobierno Vasco y gestionado por CEAR-Euskadi. La idea es dar refugio temporal a personas que están en riesgo por defender los derechos humanos de las comunidades y personas con las que conviven. Estas/os defensores/as pasan seis meses en Euskadi en los cuales reciben atención psicológica y sanitaria en general y se trabaja con ellas para que fortalezcan su seguridad a todos los niveles. Este año el programa cumple su décimo aniversario.

En el terreno de la intervención, CEAR-Euskadi cuenta con dos centros de acogida. Están situados en Oñati y Tolosa y son para personas solicitantes de asilo que no entran en el sistema de acogida estatal. También tenemos varios pisos que forman parte del programa HARRERA. En total disponemos de alrededor de 150 plazas de acogida financiadas por el Gobierno Vasco.

Los itinerarios sociales de las personas que acompañamos incluyen ayudas económicas, acompañamiento laboral y asesoramiento jurídico. Además de un necesario trabajo en red que nos complementa y hace posible que lleguemos a más personas.

También es cabeza de consorcio del programa HEMEN que está dirigido a jóvenes extranjeros no acompañados (todos varones) que salen de centros de menores de Bizkaia en donde han tenido una estancia no superior a 12 meses. Este programa esta apoyado por la Diputación Foral de Bizkaia y en su desarrollo participan otras entidades del Tercer Sector como son Peñascal, Izangai, Ellacuría, Caritas Bizkaia, Adsis, Harribide, CEAR-Euskadi, Margotu y Erain.

¿Cómo estáis viviendo como CEAR-Euskadi esta pandemia?

Ha sido un año atípico en el que hemos aprendido mucho. Es evidente que la pandemia ha afectado nuestra manera de trabajar, pero hemos sido capaces de adaptarnos a las circunstancias. Como Tercer Sector hemos reaccionado de manera conjunta y coordinada.

En concreto, en el caso de CEAR-Euskadi hemos aprendido a trabajar desde casa apoyándonos en la tecnología, a través de videoconferencias, llamadas telefónicas, ha habido que organizar protocolos sanitarios, reorganizar equipos, … Y como no, nos hemos descubierto a nosotras mismas y nuestro trabajo como servicios esenciales. Durante los meses duros de confinamiento siempre había alguien en las sedes coordinando todo el trabajo y se ha seguido dando apoyo a todas las personas que tenemos en programas de acogida y que requieren acompañamiento. Además, ha habido muchas personas que nos han mostrado su predisposición para echar una mano y colaborar de manera desinteresada.

Sin embargo, en cuanto a la situación de las personas refugiadas, la pandemia ha tenido un efecto bastante negativo en el sentido de cierre de fronteras. Las personas que huyen de conflictos y persecución no han podido hacerlo. Otras, se han visto bloqueadas en países en tránsito con situaciones muy preocupantes de inseguridad y explotación. En este sentido, la pandemia no ha mejorado en nada la situación de estas personas, al contrario.

Otra circunstancia que se está dando es que casi no llegan personas refugiadas y las que lo hacen, en su gran mayoría, lo hacen a través de vías irregulares e inseguras.

Además, debido al escaso número de personas refugiadas que llegan a nuestro país, los plazos de respuesta a las solicitantes de asilo, que ya están en nuestro país, se han reducido mucho. Y tristemente, esto no es bueno ya que casi el 95 % de las solicitudes de asilo son rechazadas lo que arroja a estas personas y familias a una situación de enorme vulnerabilidad.

A todo esto, hay que sumar a un gran número de personas usuarias que tenían trabajo (hostelería, cuidados, ámbito socio-sanitario, …) y que debido a la pandemia se han quedado en el paro y por lo tanto, en riesgo claro de exclusión.

 ¿Qué pensáis que aporta Gizardatz a una organización como CEAR-Euskadi?

Para CEAR-Euskadi formar parte de una red como Gizardatz es una liberación, saber que hay gente que está trabajando todo lo que tiene que ver con las condiciones laborales de las personas que aquí trabajamos y en favor de la dignificación del trabajo realizado por el Tercer Sector es algo muy importante. Creemos que fue un acierto total, la búsqueda de un convenio propio.

Es importante contar con un equipo que vele por el sector y que trabaje por la consecución de un discurso conjunto que nos posicione institucional y socialmente.

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